sábado, 6 de agosto de 2016
Libros, libertad y educación
La estupidez no parece amenazar al orden establecido; la reflexión sí podría hacerlo
Dice Montaigne: No conozco aflicción, ni sufrimiento, que la hora de lectura de un buen libro no me quite.
Y es que el libro es uno de los instrumentos creados por el ser humano para hacernos humanos,libres. Libres de la ignorancia y de la imbecilidad. El libro, las palabras son nuestro camino de salvación como personas humanas.
La verdadera ignorancia no es tanto la falta de conocimiento, no saber, sino más bien negarse a aprender. Aprendemos para ir labrando nuestra propia vida, día a día, desde que nacemos. A este quehacer, a aprender y hacer nuestra propia vida, y librarnos de la estupidez, llamamos educación.
Mi vida especialmente como profesor ha estado dedicada a encender luces, a alumbrar, y a ayudar a que otros también las enciendan. Y los libros que os presento hoy quieren ser una nueva luz, una gota de agua en este desierto de la vida. Y vamos a encontrar esta luz de la mano de la educación. Os presento mis "Memorias de un profesor" y "Soy Sophia", novela de la historia de la filosofía.
Y no valen escusas: Todavía no estoy preparado o ya es tarde para mí. Tampoco es cuestión de discutir, sino de sentir, de vivir, de ponerlo en práctica para mejorar la calidad de vida y ayudar al crecimiento humano
Me he dedicado a la educación y mi propuesta es más educación y menos política. La educación es el mejor de los remedios para alcanzar una vida más feliz, es la dimensión humana en el vivir.
Yo quería ser profesor. Me decía que esa era mi verdadera vocación. Me preguntaba y me pregunto qué es eso de vocación, de "verdadera vocación". Quería ser un buen profesor y después de toda una vida como profesor sigo preguntándome en qué consiste ser “un buen profesor”. ¿Será lo mismo que ser un buen médico, un buen abogado o un buen político?
A menudo hemos escuchado ¿Cómo puedes aguantar a estos chicos y chicas de hoy? Son unos gamberros mal educados que no respetan nada ni a nadie. Menos aun comprendo cómo los profesores podéis arreglaros para enseñarles algo útil, cuando no están interesados en nada. Tenéis mucho mérito; yo nunca sería profesor. Aguantar tanto y durante tantos años debe dejar una gran huella.
¿Cómo pude soportar a estos chicos y chicas adolescentes y estar vivo aún? No solo no los he soportado, sino que me han ayudado a llegar hasta aquí uy a ser quien soy.
Un buen profesor, un buen maestro, debe saber observar y aprender. Quien no aprende de sus alumnos no es un buen profesor.
¡Enseñar! Cuando crees que estás enseñando, no haces otra cosa que aprender. Y yo siempre he intentado aprender de mis estudiantes. Ellos me han ido marcando el camino que yo debía seguir. Ellos me mostraban si era o no un buen profesor.
Quiero ofreceros esta máxima: Cualquier profesor que pueda ser sustituido por una máquina debería ser sustituido por una máquina. Clarke, Arthur C.
Comencé mi tarea haciendo lo que mis profesores habían hecho conmigo y lo que había observado en otros compañeros. Lo que podemos considerar la educación tradicional.
La clase basada en los principios de la revolución industrial del siglo XIX, en que los estudiantes se sientan en fila militar, siguiendo los principios de puntualidad, orden, silencio y obediencia. Se nos ha educado en una cultura impuesta, en seguir a los demás, en repetir lo que otros han pensado.
Mi experiencia fue bastante negativa. Yo explicaba algo que no interesaba a casi nadie y que podría ser difícil de entender, y mucho más de comprender y aprender. Suspendía más de la mitad de la clase, muchos acababan odiando la asignatura y otros odiando al profesor.
Intentaba llevar un caballo al río, sin pensar que si no tiene sed, no beberá por más palos que le dé.
Suspensos, castigos, para qué, ¿Qué se conseguía? Efectos sobre todo negativos.
Ayudar a tener sed. He encontrado diversas luces en mi caminar. Si se buscan se encuentran. Una de estas luces me la ofreció Mario Benedetti cuando dice:
“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, nos cambiaron todas las preguntas".
Si nos han cambiado todas las preguntas ya no valen las respuestas, lo que había aprendido en la universidad, en la educación tradicional. A preguntas nuevas, respuestas nuevas.
"La educación ya no es llenar una cubeta, sino encender una llama", como dice Yeats, "el cerebro no es un vaso para llenar, sino una lámpara para encender” y que avive el deseo de investigar la verdad, como enseña Plutarco. Y ahora ¿Qué es un buen profesor?
Un buen profesor piensa que las personas, los estudiantes, son personas activas, capaces de pensar, y no solo de recibir y repetir lo que los adultos decidan.
No se ha cuidado el pensamiento propio, el pensamiento crítico, cuidadoso y la creatividad. Y la sociedad lo está sufriendo. El mundo está muy necesitado de personas que piensen. "Si queremos adultos que piensen por sí mismos, debemos educar a los niños para que piensen por sí mismos». Lipman.
Decirle a usted que no acepte vivir en un mundo ya interpretado, que alguna vez tendrá que interpretarlo usted. Que no acepte ser como lo hicieron y como quieren hacerlo todos los días. Que busque ser como usted quiere ser. Tarea que requiere un paso previo: que usted sepa qué quiere ser. Que piense en eso. ¿Qué quiero ser y que han hecho de mí? Sólo el pez muerto sigue la corriente.
Todos vivimos a merced de quienes controlan los medios de comunicación de masas..., náufragos de nuestro fracaso espiritual, somos cada vez más corchos a merced del primero que llega con labia o con recursos suficientes para llevarnos al huerto" (A. Pérez Reverte).
¿Seremos también nosotros, con más o menos labia, quienes tratemos de llevar al huerto a los alumnos? ¿O somos nosotros mismos llevados al huerto por alguien?
No se puede aleccionar a las personas, adoctrinarlas, amaestrarlas, solo ayudarlas PARA QUE SE BUSQUEN A SÍ MISMAS, PARA QUE SE VEAN CON SUS PROPIOS OJOS. Ni gafas ni píldoras.
Cada uno somos responsables del quehacer de nuestras vidas. Tenemos un deseo unas ansias innatas de aprender, de saber de conocer la verdad de las cosas.
El aprender a pensar por sí mismo lleva a desarrollar las inteligencias. Nuestras potencialidades son ilimitadas. Superar la educación para aprender, por la educación para pensar. El cerebro de los niños no debe continuar siendo un almacén, un cementerio de algo muerto. Paolo Freire. Pasar de almacenar datos a producir conocimiento.
Nadie lo puede conseguir solo, necesitamos de los otros. El conocimiento al contrario que otras cosas crece y crece al ser compartido. Aulas en las que se comparta el saber, el conocimiento.
"Nadie libera a nadie, y nadie se libera solo. Los seres humanos se liberan en comunión." Paulo Freire, 1970
Por lo tanto es necesario y esencial el diálogo.
Lo importante no es el enseñar, sino el aprender. El protagonista de su educación es el que aprende, no el que enseña. Nadie es dueño de la verdad, ni la iglesia, ni los gobiernos, ni los profesores. Ya no es importante la sapiencia del profesor, la clase magistral, el salir de la clase a hombros de tus alumnos, después de una "buena clase". Lo realmente importante es lo que sucede en las cabezas de los que aprenden. El enseñar deja paso al aprender.
Una educación para aprender a dirigir con sentido la propia vida. Francisco Giner de los Ríos.
Se aprende investigando en comunidad. La clase se convierte en una comunidad de investigación y diálogo. Comenzaríamos con el respeto, capacidad de escucha, de autocorrección, etc. etc.
Nadie escucha al otro, todos hablan, todos saben. Los diálogos resultan monólogos.
Ya no deseaba silencio total en el aula, sino diálogo y cooperación entre todos y volví a pensar que "los profesores equivocados que no dejan de repetir a los alumnos que se sienten y estén callados, demuestran una preferencia por trabajar con un grupo de árboles y no con una clase llena de personas". Robert Sylwester.
El rol del profesor ya no es el del sabio que adoctrina subido en una tarima, ni el detentador de la autoridad, sino la persona sensible que camina al lado de sus alumnos, y alumbra la búsqueda de la verdad de cada uno. Ayuda a pensar por sí mismo y a ser sí mismo
El profesor enseña sobre todo con su persona, con su ser, más que con su decir. Nadie enseña lo que sabe, sino lo que es. «Lo que eres suena tan alto en mis oídos que no deja escuchar lo que dices», reza un proverbio.
Profesores en y para la libertad. "Decir que los seres humanos son personas, y como personas son libres, y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa.", escribe Paulo Freire
Siempre he tenido en mi mente que nuestra vocación o profesión es vivir para y no vivir de la educación.
La tarea principal del profesor es ayudar a liberar la mente y permitirla pensar. La mente no debería estar encerrada dentro de sus propios pensamientos. Un profesor que no deja a sus alumnos pensar en utopías y equivocarse es un muy mal profesor.
Pedagogía de la contaminación, decía Ortega y Gasset. Contagiar el deseo, el impulso, despertar en los niños esta necesidad vital, esas ganas de aprender. Aprender a ser personas, no nacemos ya hechos. Somos proyecto. Curiosidad en los niños.
Dejar caer en la mente de los niños y de las niñas semillas de dudas, de belleza, de preguntas, de deseos de aprender, ésa es la tarea del educador, ésa es la tarea de la educadora.
Por esto, la ciencia no puede ser enseñada, y menos aún el arte y la moral, porque la cultura es un organismo vivo, en permanente cambio y movimiento, que debemos aprender, si queremos aprender.
Un último paso sería el cambio del currículum. Currículos tanto manifiestos como ocultos. Propongo currículos orientativos, más que prescriptivos. Como pre —textos, o pretextos, para un aprendizaje de calidad.
Soy Sophia es uno de los pre—textos que utilizo con mis alumnos.
No es prioritario el examen, la nota.
"Si solo ponemos el énfasis en ganar, en aprobar, lo primero que van a hacer las personas es intentar hacer trampas; y en segundo lugar procurarán ganar con el mínimo esfuerzo, porque esto demuestra que son aún mejores". G. Cooper.
No es necesario recordar ahora los dopajes de deportistas, atletas, y hasta de animales. Siempre que hay competición, hay trampas, que en demasiadas ocasiones llevan a consecuencias dramáticas. Y lo vemos cada día como algo normal y hasta gracioso. ¡Como a nosotros no nos afecta! ¿O sí nos afecta?
A menudo sueño con un mundo en el que nadie es el poseedor de la verdad y cada persona tiene derecho a ser escuchada. Emilio Lledó.
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