Los tiempos que nos
han tocado vivir son tiempos de globalización, de técnica, de seguridad, de
desconcierto y de otras muchas cosas.
Pero no son tiempos de reflexión. No
se quiere ni hay tiempo para pensar. Tampoco nos lo han enseñado ni nos han
hecho ver su necesidad.
El
dinero es el dios inmóvil que lo mueve todo. Como
dice mi amigo Mauricio Langón, “por él se corre, se roba y se mata durante el
día y se tiembla por no perderlo toda la noche”.
Vamos a pensar un poco, a asombrarnos o a espantarnos con
lo que encontramos. Nadie quiere asombrarse, dudar. Vivimos en la apatía global.
La sociedad que hemos creado, o mejor, que nos han puesto
delante no percibe otra clase de valores. Sólo existe lo tangible, lo material.
Los valores son estos y nos los han impuesto.
¿Hay valores morales?, ¿vale algo la vida?, ¿valen algo
las personas?
Nos confesamos ignorantes. Esa es nuestra sabiduría.
Pensar da problemas y hasta dolor de cabeza. Otros piensan por nosotros.
Estos otros son los dueños del dinero, de la
especulación, del enriquecimiento a costa de lo que sea, y ellos imponen las
reglas del juego de la vida. La vida en todas sus facetas, la vida de todos
depende de estos señores.
Vales tanto cuanto tienes, y cuando no tienes nada, no
vales nada. Nuestros países ahora no valen nada; nuestras vidas no valen nada,
no valemos nada.
No podemos tomar ninguna clase de decisiones, porque no
somos. El ser procede del vivir y ahora no vivimos, nos viven.
Para
dominar mejor todo el cotarro necesitan de la educación; una educación que
inhiba el pensamiento propio de cada ser. Es la forma que tienen los organismos
financieros especuladores de controlar y dirigir el mundo para no tener
sobresaltos.
Se han atrevido. Son los verdaderos agentes educativos.
En su propuesta no se valora la personalidad, la individualidad de cada
estudiante; tampoco es necesario cuestionarse, preguntar, crear, debatir,
dialogar. ¡Qué decir desobedecer, consentir, ser solidario! Que las cosas sigan
como están, por si acaso.
Conocen las necesidades de los seres humanos, saben lo
que está bien y lo que está mal, rigen nuestra conducta y nuestra conciencia.
Son los evaluadores globales. Necesitan esclavos para sus mercados. Todo
supeditado al dios dinero.
No quieren entender de democracia. No han sido nombrados
por nadie, pero lo dirigen todo. El pueblo les pertenece.
Si queremos salir de este espanto luchemos por un tipo de
educación independiente, que abra los espíritus, los ensanche; que miren y vean
más allá de lo que se ve y se dice, de lo que se enseña. Ir siempre más allá
hacia lo desconocido. Aprender a desaprender y a ignorar; a darse cuenta.
Una educación que desarrolle el pensamiento crítico y el
buen juicio. Que nos ayude a cuestionar Que no enseñe lo de siempre, lo normal,
lo que todos conocen, sino que nos haga capaces de sentir, de conmovernos, de
movilizarnos, de ser solidarios.
Una educación que nos vea completos, con vida afectiva,
emocional; que cultive los grandes sentimientos, sobre todo la sinceridad.
Y hoy ¿qué nos es dado hacer? Despertar, despertar ya y…
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