lunes, 29 de noviembre de 2010

La nueva estrategia

La nueva estrategia capitalista de intervención internacional.


Quiero comentar el artículo de Alberto Cruz en la última revista “Rescoldos”, con el propósito de que el mismo autor pudiera aclararme mis dudas al respecto. También me gustaría que intervinieran quienes estén interesados en hacerlo.

La primera aclaración es sobre el capitalismo.
Es el sistema, el único sistema que tenemos y quisiera saber si es malo por naturaleza. Si el capitalismo no funciona, qué propone el autor como sustitutivo.

Acierto a comprender que el imperialismo es negativo, porque no respeta los valores culturales de los otros y se impone por la fuerza, sea del tipo que sea esa fuerza. Comparto con el autor que los valores de occidente no son los mejores y menos los únicos. Pero aunque lo fueran debemos estar abiertos a los valores de “los otros”, y sobre todo ser tolerantes.

Es cierto que en muchos países occidentales no se cumplen los derechos humanos, pero cuando existen abusos en países, ¿debe abstener la comunidad internacional de intervenir de la manera que sea? No hablo de declaraciones, sino de los mismos derechos en sí mismos.

La ONU ha caído en bastante descrédito. Estoy de acuerdo, pero ¿no cree que a pesar de los errores y de otros factores, sin la ONU podrían haber ido las cosas en el mundo peor aún?

No voy a hablar de los abusos coloniales que desgraciadamente han sobrevivido hay hoy, todavía siguen existiendo. Los veo como algo más del pasado. Ya sé que el autor habla de otros colonialismos más actuales y de los que quiero preguntarle algo también.

¿Pueden o deben las potencias ayudar a los países que lo necesiten? ¿Esas ayudas podrían ser militares, económicas, educativas, etc. etc.? ¿Qué piensa? ¿Cree en otro tipo de intervención humanitaria? ¿Cómo sería?

Todos estos países del tercer mundo en los que ha habido diversos tipos de injerencias ¿deberían haber sido dejados solos, o pide una injerencia de otro tipo? ¿Cree en la solidaridad entre los pueblos? ¿Se debe intervenir en Haití, por ejemplo, o debemos dejarlos a ellos solos? Si alguien busca un beneficio con la intervención, ¿es antiético? ¿Dónde puede estar el límite? Normalmente nadie da nada por nada.

¿Son los estados totalmente soberanos, quiero decir si deben ser?

No quiero extenderme, porque el artículo es tan denso que habría para dialogar días y días. Las ONGS, los cooperantes, ¿son todos caballos de Troya? Quiero decir tanto los de Afganistán como los de Palestina, etc.

¿Suelen ir porque alguien del país los llama o por qué? Y los misioneros que están por el mundo, ¿cómo los ve? Ahora vienen también a nuestro mundo a convertirnos a nosotros. ¿Dónde puede estar el límite si lo hay?

Si puede aclararme algo se lo agradeceré. No soy experto pero tengo inquietudes. Sobre todo le agradeceré que me respuestas positivas, alternativas a las críticas. Ya sabemos que más que lamentar la oscuridad debemos encender alguna vela.

Perdone y muchas gracias.

José María Calvo Andrés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La noción de que el capitalismo es un "sistema" es de origen marxista y la concepción "total" de ese carácter sistemático es el origen de muchos malentendidos. Marx veía el mundo de una manera hegeliana: creía que todo se vinculaba con todo y que una mente privilegiada podría captar la clave del movimiento general. Una vez dueños de esa clave, es decir, de la filosofía de la historia de Marx, podríamos y deberíamos explicar cualquier fenómeno particular en sus términos. Sin embargo, está claro que Marx se equivocó mucho, no por la caída del Muro, sino porque predijo una evolución del capitalismo que nunca tuvo lugar, ni de lejos. Las revoluciones autoproclamadas marxistas se han practicado en países subdesarrollados de manera violenta, no evolutiva.
El problema es, pues, metodológico. Podemos tener macroteorías fabulosas, pero la sensatez nos recomienda tratar los fenómenos de manera particular. Por lo tanto resulta cómico que haya todavía quien hable del sistema capitalista en ese tono mitológico, como refiriéndose a una entidad perversa y proteica que se cuela en cada aspecto de la vida humana, desde las transacciones comerciales hasta las producciones culturales y científicas, pasando por ONGs, iglesias o colectivos de trabajo social (aquel diabólico concepto de ideología). La consecuencia política de esta forma de pensar es que o cambiamos TODO el sistema o no estamos cambiando nada, pues todos los aparentes avances sociales impulsados por los partidos progresistas no marxistas son pura cosmética, reformas superficiales que, por el contrario, contribuyen a fortalecer al monstruo, al reducir las tensiones entre clases y darle coartadas.
Es cierto que hay en el mundo gravísimos problemas y terribles injusticias, y que hay un sistema financiero desquiciado que debe ser corregido de algún modo, pero es absurdo volver sobre fórmulas inútiles. El llamado “capitalismo” es un conglomerado de actores, normas y esferas de acción que no están sujetos a ningún determinismo y pueden, si se dan las iniciativas políticas, incorporar cambios significativos que ayuden a resolver algunos de sus males. En el fondo, lo que discutimos aquí tiene que ver con creer o no creer en nuestra libertad y responsabilidad.
Felicitaciones por el blog. Reciba un saludo de un vecino de El Escorial.

Looc dijo...

Hola, me encanta tu visión filosófica y como la ofreces en tu blog. Yo también estoy abriendo uno, y me gustaria que mas adelante te pasases a opinar:

http://elporquedetodaslascosas.blogspot.com/

Un saludo.