miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nuevo libro

Hoy, 30 de septiembre de 2009, acaba de aparecer un nuevo libro titulado "Éxito en educación", en la editorial Creación a quien felicitamos.
Siempre se habla del fracaso escolar, de los botellones que hacen los demás y que nosotros no hacemos, etc. etc.
Aparece este libro que quiere ser una luz entre tanta oscuridad y penumbra, ofreciéndonos la esperanza de nuestra vida en la "buena educación".
Partiendo del mutuo respeto, la educación no puede continuar siendo una transmisión tribal de contenidos a alguien que pensamos que no los tiene y que los necesita. No le damos opción a elegir.
Sin verdades dogmáticas asentadas desde el principio y para siempre, comenzamos todos juntos educadores y educandos a hacer camino al andar, sin imposiciones. El diálogo respetuoso, el Verbo, la palabra son los protagonistas.

jueves, 10 de septiembre de 2009

A mi pueblo

Villamor de los Escuderos (Una historia rural)
José María Calvo
Ed. Semuret. 2.008

Quiero cantar y contar en este libro a mi pueblo, a Villamor. Unas palabras que expresen el sentir del corazón de un hijo agradecido a su progenitor. Son palabras, es amor.
Somos lo que hemos heredado y lo que seamos capaces de hacer con ello. Las cosas solas, aisladas, son poca cosa. Necesitan unas gentes que las vivan y las conviertan en mundos.
El paisaje cobra sentido a partir de las experiencias humanas. Mis experiencias, aunque pobres, unidas a las vuestras, y a las de nuestros antepasados han marcado estos paisajes para siempre, y ellos nos han marcado a nosotros.
El paisaje de Villamor, enclavado en el corazón de la vieja Castilla, es nuestro paisaje. Paisaje castellano que cobra vida dentro de nosotros y de nadie más. El paisaje llega a ser lo que es, en las mentes y en los corazones de la gentes, de sus gentes.
Somos el fruto de todos aquellos que regaron de sudor, de lágrimas, de amor y de alegría estas casas y estas tierras.
Somos parte de la historia, de nuestra historia, que comenzó en los albores de los tiempos. Hoy nosotros seguimos escribiendo esta historia, nuestra historia, la de todos.
Nuestra vida es la historia que guardamos en nuestra memoria, son nuestros recuerdos aún vivos, que nos hacen vivir y que no pueden desaparecer.
Feudo del Obispo Don Suero ya en el siglo XII. No tenemos claro su origen. Sabemos que era un lugar muy apetecido por la Iglesia y por el Estado, pues estaba rodeado de quintas y casas de recreo, y disponía de caza en abundancia.
Hablar de Villamor es hablar de vino y de agricultura. Dice la copla: morena tiene que ser, la tierra para ser buena; para sembrar y coger trigo, cebada y avena.
Estamos orgullosos de nuestra “pequeña basílica” construida por Rodrigo Gil de Hontañón en nuestro siglo de oro.
Termino con un pequeño epigrama de uno de sus hijos más ilustres: Amando Calvo Ledesma
Ibérico el salchichón, tocino de las papadas
Las chichas bien sazonadas, y el farinato en sazón;
Sin asomo de ficción, de Toro el tinto Bardales,
Con los quesos de Cigales, en los pueblos de Castilla
Del jamón a la morcilla, son pecados capitales.

El Escorial (La magia de un lugar)

EL ESCORIAL

(La Magia de un lugar)

Ed. Creación 2009.

Siguiendo la senda marcada por los maestros Unamuno, Ortega o Abellán, entre otros, me introduzco, en una serie de reflexiones sobre unas tierras y unas gentes, con las que mi vida ha ido poco a poco configurándose. Reflexiones henchidas de emociones y pasiones, de agradecimientos y, sobre todo, de amor.
No sé si este amor mío es el “amor intellectualis” que colmó la intensa vida del filósofo Baruch Spinoza, o un “ensayo de amor intelectual” que diría más tarde Ortega, en sus Meditaciones del Quijote.

El más bello y valioso documento histórico está en la capacidad de cada uno para verlo, sentirlo y amarlo.
Fruto ya maduro de esta esencia realizada a golpe de yunque y martillo, van brotando a borbotones, desde lo más profundo que hay en mí, estas reflexiones sentimentales, que solo quieren ser eso, puras meditaciones que la historia y la geografía escurialenses han ido introduciendo en mí, y han alimentado mi alma, hasta formar con ella una sola carne, un mismo espíritu.
Como intrépido español, vine a descubrir nuevas tierras, y fueron ellas las que me descubrieron a mí, y en ellas fui encontrándome a mí mismo. Los paseos matinales de los domingos para saludar al nuevo sol y al nuevo día, a través del Monte Abantos, de Las Machotas, de San Benito, del Malagón. Las acampadas en el bosque de La Herrería. Las subidas al pétreo mirador de la Silla de Felipe II, etc., etc. ¡Qué decir de Las Casitas, las del Príncipe y la del Infante. Vecino de la Casita del Príncipe, sus jardines han sido dueños de mis sueños, de mis lágrimas y alegrías. Los árboles han sido testigos no mudos de mis sueños e ilusiones, al tiempo que alentaban y reconfortaban mi caminar, y el Real Monasterio, dentro del cual comencé mi vida escurialense.
Lugar, donde caminan historia y naturaleza en mágica compenetración, donde escuchas latir corazones de otras vidas. Parece que elegí el mejor lugar.
“Que sea sano está claro, porque es lugar frío, y seco y en peña, y según la filosofía natural, toda corrupción se hace por caliente, venciendo el húmedo, y aquí no hay húmedo superabundante que venza al calor para poder causar corrupción”. J. A. Almela, médico que vino al Escorial.
Sierra de Guadarrama, íntimamente fecundada por nuestra tradición cultural y artística; tú henchiste a poetas, artistas y pensadores. De ti se nutrieron El Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana; La edad de oro y de plata de nuestra cultura: Lope de vega, Quevedo, Góngora, Jovellanos, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, los poetas del 98, Ortega, la generación del 27, Panero, Rosales, García Nieto, José Luís Abellán, Velázquez o Sorolla. Teófilo Gautier, Alejandro Dumas o E. Hemingway. Todos ellos han dejado su huella en la luz con la que brillas. Ellos han dado su voz a tu silencio.
El Escorial, como una de las partes más hermosas de la Sierra madrileña, lugar paradisíaco, como lo nombra José Luís Abellán, me llevó a sus entrañas, como muchos siglos antes había llevado al rey Don Felipe II a elegirlo para la construcción de su real casa.
Fray Juan de San Jerónimo cuenta que aquella comisión estuvo formada por: “Hombres sabios, filósofos y arquitectos y canteros experimentados en el arte de edificar para examinar en el dicho sitio la sanidad, abundancia de aguas y aires, y las partes naturales del sitio conforme a la doctrina de Vitrubio”.
Esa gran piedra hizo vibrar el paisaje, afirma Abascal, capaz de transfigurar el entorno con su sola presencia. Si una idea se había hecho granito, el granito se convirtió, a su vez, en idea, sentimiento, carne.

José María Calvo