viernes, 24 de enero de 2020


 EDUCAR ¿PARA QUÉ?

            La crisis de la sociedad no es una crisis económica, sino sobre todo sufre una crisis moral.
Una vez más la educación sale a la palestra, otra vez se habla de pactos educativos. Y serán buenos estos pactos si llegaran a hacerse, pues sería la comunidad entera la que firmara los protocolos. Pero estos pactos son solamente para fijar o programar lo más externo y menos esencial de la educación, aunque también todo esto es necesario.
            En cuanto a la esencia de la educación: la formación de ciudadanos libres, razonables, con capacidad de pensamiento propio, autónomo, crítico, creativo y cuidadoso, en cuanto a lo que la sociedad necesita de estos chicos y chicas dentro de unos años, ¿quién puede saberlo? ¿Tenemos entre nuestros políticos y “expertos” en educación a algunos profetas, a alguien que haya estado reunido con los dioses y estos le hayan comunicado cómo va a ser la sociedad del mañana?
            Este ha sido un grave problema a lo largo de todas las reformas y continuará siendo un gran problema. Los adultos de hoy (que no sé si recuerdan sus años de alumnos y estudiantes), sean de izquierdas o de derechas ¿están, pueden estar capacitados para comprender a los jóvenes y sus necesidades del mañana?
Desde que leí a Jail Gibrán me impactó y me llevó a reflexionar profundamente sobre el papel de padres y educadores. Les doy un texto que he citado a menudo en mis libros y conferencias.
“Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas del anhelo de la vida. Vienen a través de ti, pero no de ti y, aunque están contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues tienen los suyos propios. Puedes albergar sus cuerpos, pero no sus almas, pues sus almas habitan en la casa del mañana que tú no puedes visitar, ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no intentes que sean como tú”. (Jail Gibrán).
¿Qué preparación pueden necesitar un niño de 8 años para dentro de 20, o un chico o una chica de 15 años dentro de 10 años, por ejemplo? ¿Un título en la mano, o algo más?
            Yo tampoco he sido invitado al consejo de los dioses y no tengo las respuestas a los problemas de la educación. Iba a decir que desgraciadamente, pero creo que gracias a dios no he sido convocado a ese consejo y por ello me siento libre y capaz de reflexionar sobre el tema. Y me doy cuenta de que nadie tiene la razón, tal vez los dioses tampoco la tienen, porque no hay una razón ni una verdad que valga para todos y para siempre. Y vuelvo a dar gracias por ello.
            Practicando la educación, la enseñanza durante muchos años y reflexionando sobre esta práctica con ayuda de quienes también se han dedicado a pensar sobre ello podría afirmar que soy falible, que me equivoco a menudo, y, por consiguiente, debo pensar que puedo estar equivocado y que puedo encontrar razones y verdades en otros. Este puede ser un buen comienzo.
Proponemos una educación en la que se respete este derecho a pensar por uno mismo, lo que nos llevaría a no desear adoctrinar a nadie, ni manipularlo para que haga lo que yo quiero y me parece que es lo bueno.
Que los niños y los jóvenes, no sigan siendo seres pasivos, meros receptores de lo que los adultos queramos imponerles. Que sean capaces de... Que comiencen a ser responsables, a responder de sus actos porque son suyos y no impuestos por otros.
“Si nos quejamos de que nuestros líderes y el electorado se ocupan sólo de sí mismos y de que son incultos, debemos recordar que son fruto de nuestro sistema educativo. Si alegamos, como factor atenuante, que también son fruto de sus casas y de sus familias, hay que recordar que los insensatos padres y abuelos de esas familias son igualmente resultado del mismo proceso educativo. Como educadores tenemos una grave responsabilidad en la insensatez de la población mundial."
¿Puede haber una programación general para todo el país, para una autonomía, para una universidad o para un colegio o grupo de colegios? ¿Sería algo diferente a lo que dicen las leyes educativas?: la formación de ciudadanos respetuosos, libres, razonables, con capacidad de pensamiento propio, autónomo, crítico, creativo y cuidadoso, capaces de administrar sus emociones, de mantener un clima afectivo favorable en su relación con los demás, de comunicarse de forma asertiva y proyectar una actitud optimista ante la vida, tener el sentimiento correcto en el momento correcto y saber expresarlo. Saber adaptarse a su entorno social, cultural, económico y psicológico, ayudar a descubrir las potencialidades de otras personas haciéndolas más eficaces. Actitud ante la vida que te permite conocerte a ti mismo, conocer a los demás y saber adaptar tu comportamiento a cada situación del modo más adecuado teniendo en cuenta el estado de ánimo tuyo y el de tu interlocutor.
Capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo acceso a los propios sentimientos, y usarlos como guías en la conducta.
Capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las emociones de los otros.
Saber manejarse ante las situaciones que nos presenta la vida, encontrar soluciones sencillas a problemas complicados. Capacidad de relacionarse positivamente con los demás, sabiendo qué hablar, qué callar, cómo decir las cosas, algo así como desarrollar un sexto sentido, una antena especial.
Este sería el ideal, la utopía que nos anima a caminar, luego vendría el cómo. Recuerdo que de pequeño tenía que aprender el catecismo y que de vez en cuando decía: mostrad cómo. Eso es muy importante, porque la teoría sin la práctica es algo vacío y la práctica sin la teoría algo ciego.
Propongo que nos acerquemos a la obtención de estos objetivos y no tener que echar a ninguna persona fuera del sistema. ¿Qué gana, en qué se beneficia la sociedad echando del sistema a alguno de sus miembros, seguramente a quienes más lo necesitan y no dejar que se acerquen más o menos a ser miembros útiles de la misma? ¿Adónde los envía?
Voy a presentar el modelo de acercamiento a estos objetivos que más me ha llamado la atención y que he puesto en práctica durante años y creo que con éxito. Es el programa Lipman: Aprender a pensar.
Tuve la gran suerte de que el doctor Lipman y la doctora Sharp me invitaran a hacer un master en educación con ellos en la universidad de Montclair en New Jersey. Fue un año muy duro, pero muy provechoso.
Como todo el mundo de la educación sabe este programa se centra en la filosofía, pero ¿no sería loable que todos los alumnos aprendieran a pensar matemáticamente, científicamente, históricamente, lingüísticamente y así en todas sus materias de estudio? A esto intenta dar respuesta el programa que expongo. Invito a que en cada materia se tenga como meta la formación completa del alumno que hemos expuesto en los principios generales.
Consideramos el proceso de enseñanza-aprendizaje como un proceso activo, que tiene como objetivo central la formación de ciudadanos razonables, con capacidad de pensamiento propio, autónomo, crítico, creativo y cuidadoso. Un pensamiento capaz de enfrentarse a los problemas que se plantean cotidianamente en el contexto vivencial y social.
Se habla de la clase del profesor, del efecto de la clase sobre los alumnos. La clase no es del profesor y el efecto que causan las enseñanzas del profesor en sus alumnos tampoco es lo más importante. De esto ya nos han dado bastante, incluso en películas y series, pero esa no es la respuesta. No es el profesor estrella lo que la sociedad necesita, sino los alumnos estrellas. Estoy muy de acuerdo con los premios que se han establecido últimamente para el profesorado, ya era hora. Cada día se dan premios a diestro y siniestro en otras artes y el arte de la educación ha estado relegado y eso que es el más importante de todos. Pero deberían darse los premios a aquellos profesores que no son estrellas, sino que hacen que sus alumnos descubran que lo son: como personas, como personas y como ciudadanos. La clase es de los alumnos desde siempre, no es la clase de este o aquel profesor, ni de matemáticas o lengua. La persona que se educa es el fin y lo demás (profesores, materias, libros, etc.) son medios para su desarrollo, en el que consiste la educación.
El currículo es orientativo más que prescriptivo y es algo vivo, narraciones más que contenidos muertos para aprender y soltar en un papel. Los libros no son los dueños de la verdad. El programa no es el punto de partida, sino el de llegada,
¿No será esta una forma idónea para acabar o disminuir las manadas de violadores, de drogadictos, de violentos, de bullings, de corruptos, la influencia de los fanatismos, de las sectas…?
Dejemos de valorar a los profesores estrella, como anteriormente se valoraba a los profesores “hueso”.
Pasamos del enseñar al aprender. El protagonismo no lo tienen los currículos o los profesores, sino el aprender. Aprender a escuchar para aprender a pensar; aprender a pensar para saber actuar, razonar, sentir, vivir. Esta es la función innovadora, que los alumnos aprendan a pensar, a sentir, a relacionarse con la comunidad en la que viven y en el mundo, y esto lo muestran a otros profesores y a otros alumnos.
El nuevo centro de la educación no es el maestro que enseña, ni las materias a aprender, sino el alumno que aprende.
 En lugar de concebir la mente como un recipiente pasivo y vacío que debe ser llenado con información y contenidos para poder ser “educado”, partimos de que los niños aprenden al estar implicados de manera activa en una investigación. El conocimiento es un proceso activo, algo que cada persona construye a partir de los datos que recibe para dar respuesta a lo que le resulta importante, no algo que se aprende a través de la repetición. Se aprenden datos, conocimientos, pero no el conocimiento que es un proceso personal de cada uno.
            La función (el rol) primordial del profesor es muy diferente y mucho más importante que la que se le ha otorgado tradicionalmente. Más que enseñar, consiste en ayudar a que los alumnos aprendan, y aprendan a pensar. Ya no es el detentador del saber, el sabio que adoctrina ni el representante de la autoridad, sino la persona sensible que camina junto a sus estudiantes. Un profesor puede enseñar y los alumnos pueden no aprender o aprender cosas diferentes a la que el profesor le enseña, e incluso entender lo contrario.
            Al igual que los programas debe:
Tener en cuenta a la persona completa. Al aula no asiste solo un cerebro
Favorecer la actitud reflexiva, crítica y creativa.
Desarrollar destrezas de razonamiento, que puedan ser aplicadas en la reflexión y el debate.
Hacer posible en los alumnos una reflexión ¿filosófica? a partir de sus intereses.
Estimular una actitud de inquietud y búsqueda, convirtiendo el aula en una "comunidad de investigación".
Destacar el papel del diálogo como procedimiento metodológico más adecuado para este trabajo comunicativo y cooperativo. La cooperación es fundamental. Que cada uno compita solo consigo mismo para superarse.
El valor del respeto como base de todo diálogo.
Ayudar a:
Que se sientan personas completas con sus sentimientos y sus emociones.
Que tomen conciencia de sus sentimientos y comprender los sentimientos de los otros para crear relaciones efectivas con sus compañeros.
Que vayan aprendiendo a disfrutar de los acontecimientos de la vida, a partir de un estado de tranquilidad y auto aceptación, que les permite actuar sobre sus carencias y expandir sus fortalezas con sentido crítico y constructivo.
Que aprendan a conocerse a sí mismos, a superar las adversidades y ayudar a otros a descubrir sus propias habilidades y obtener resultados positivos para el bien común.
Que aprendan la empatía que les brindará más posibilidades de desarrollo personal.
El tema de la motivación cambia también, pues ya no es la clase del profesor y la materia que el profesor ha aprendido y tiene que enseñar, sino que se parte de los intereses de los alumnos, de lo que dice algo o mucho a sus vidas.
Al no entrar desmotivados el profesor no tiene que hacer malabarismos ni bailar sobre la tarima de clase para motivar a sus alumnos, y menos aún amenazar constantemente con el suspenso.
Practicamos el trabajo en equipo, en colaboración entre todos, tanto en pequeños grupos como con toda la clase. A veces colaboramos con otros compañeros juntando a los alumnos de ambas clases o por separado dependiendo del tema a tratar. Invitamos a celebrar debates, deliberaciones como si fueran miembros de un tribunal que necesita saber la verdad. Se sienten como detectives que buscan, investigan y se apasionan con sus tareas. También les hago sentirse científicos que trabajan en equipo para descubrir algo importante para sus vidas.
¿No será esta una manera mucho más idónea de salvar al mundo que la que nos proponen la mayoría de las películas con las que nos machacan cada día?
Tengo que decir que los chicos nunca te decepcionan y son capaces de lo que el profesor no se puede imaginar antes de verlo. Aprenden y disfrutan de lo que hacen. Cuando ven el porqué de lo que hacen se entregan totalmente como si estuvieran escalando la montaña mayor del universo, no les importa el esfuerzo que tengan que hacer y van aprendiendo que el esfuerzo forma su personalidad.
Pondré solo un ejemplo. Chicos y chicas de 16 años prepararon una clase en lo que estábamos trabajando y la expusieron a toda la clase el día que iban los inspectores a examinar mis clases para darme una calificación por una licencia de estudios que había solicitado. Yo no sabía nada de lo que iban a hacer, me expuse a que me descalificaran los inspectores. Los chicos hicieron una clase magistral desde mi punto de vista y pienso que desde el punto de vista de los inspectores también por la calificación que me dieron a mí por el trabajo que habían hecho los alumnos. Esa calificación me valió para ir a USA a hacer el master en “Filosofía para niños” con el doctor Lipman. El primero que se hizo en España.
El Escorial, 2020
Firmado: José María Calvo Andrés

1 comentario:

Olimp dijo...

Ojalá tu forma de ver la enseñanza pudiera ser aplicada en la formación de las, los futuros profesionales de la enseñanza...