Día
mundial de la filosofía. 16 de noviembre de 2023.
“Gobierna
tu mente o ella te gobernará a ti” Horacio.
Una vez más me uno a quienes preocupados y preocupadas por el devenir de ellos mismos y del mundo en el que viven hacen un alto en su caminar para realizar un ejercicio colectivo de reflexión libre, razonada e informada sobre los desafíos de nuestro tiempo. leer más
Filósofos,
científicos, educadores, estudiantes, periodistas, medios de información y
público en general celebran una gran variedad de actividades: diálogos
filosóficos, discusiones, conferencias, talleres y demás eventos culturales que
nos recuerdan el valor perenne de la filosofía para el desarrollo de nuestro
pensamiento, nos recuerda la UNESCO. Yo añadiría para la construcción de
nuestras vidas. No en vano la filosofía es la raíz y el fundamento sobre el que
se han construido el resto de las ciencias.
Todos
somos filósofos lo queramos o no, seres pensantes, sentientes. Necesitamos
entender y entendernos, comprender quiénes somos, qué hacemos aquí, cómo
queremos vivir. Buscamos y damos sentido a nuestra vida, interpretamos la
realidad y labramos nuestro mundo. Parece aberrante que destrezas tan vitales y
fundamentales como el pensamiento, la reflexión y el diálogo se pretendan
reservar para una élite erudita y académica. Sócrates, el padre de la filosofía
occidental, llevaba la filosofía a la gentes, a las plazas, al aire libre.
Todo
el mundo tiene derecho a pensar, a vivir filosóficamente. Os invito a llevar
una vida filosófica. “Una vida sin reflexión no merece la pena vivirla”.
Resucito
una filosofía joven, abierta y comprometida con las múltiples perspectivas de
su tiempo, lejos de la imagen que nos ofrecen a menudo de señora entrada en
años que contempla con nostalgia el pasado. Una filosofía auténtica, capaz de
mirar de frente a cada persona, de afrontar los desafíos del mundo en un
ejercicio de pensamiento y acción que nos ayude a ser más libres, más abiertos,
más sensibles con el mundo que nos rodea y nos estimule a crear una actitud de
flexibilidad ante la vida en aras a la construcción de un mundo mejor.
Filosofemos
para transformar la sociedad y estimular el diálogo entre los diferentes
pueblos y culturas. Creemos en la realización de un mundo solidario y empático
enriquecido con los diferentes puntos de vista con los que convive. Esta
pluralidad de visiones juntas ayudan a dar una imagen más completa de las
diferentes dimensiones de la realidad. Nadie es dueño de una verdad definitiva,
dada, que no existe, sino que vamos desvelándola entre todos por medio de
interpretaciones temporales y fragmentarias.
El
siglo XVIII ha sido proclamado el siglo de las luces, el siglo de la razón. Si
fue así ¿Cuándo perdió la sociedad, cuando perdimos todos nosotros, esa
razón? Filosofemos para que surja de
dentro de cada persona la urgente necesidad de un no a la violencia, no a las
guerras, no a los egoísmos voraces. Dialoguemos, debatamos sin imponer ningún
tipo de dogma. El diálogo es necesario para descubrir puntos de encuentro en la
diversidad. <!--more-->
Os
invito a estar siempre despiertos al ejercicio del pensamiento crítico,
creativo y cuidadoso (Lipman), a la confrontación razonada de opiniones; un
pensamiento crítico capaz de cuestionar los defectos de nuestro mundo. La
filosofía es esencial a la hora de definir los principios éticos que deben
guiar a la humanidad. Nos enseña a superar el instinto de pertenencia a la
tribu y a respetar la inteligencia del otro para construir más inteligencia,
disfrutar, amar aunque no entienda, ir a la raíz de las cosas, a esa raíz que
te agarra y no te deja ir.
“Siempre
tenemos que devenir humanos”, enseña el filósofo Bergson. La razón comunicativa
nos hace ver la dignidad de la persona humana y el derecho de todos al respeto.
Nos permite ser el prójimo de alguien que no es cercano.
Existir
es existir-con. Habitamos un mundo que es construido en-común, como señaló el
filósofo alemán Martin Heidegger. Y con esos otros formamos nuestra identidad.
Al pensar, vivir y actuar con los demás dialogamos con ellos y nos construimos
como personas. No somos individuos aislados, somos comunidad. Y somos comunidad
no solo con nuestros semejantes, sino con los animales y la propia naturaleza.
La
libertad, capacidad humana para actuar por voluntad propia, es inherente y nos
constituye como seres humanos. Nuestra sociedad y nuestra educación son
esclavistas, pero no somos esclavos, no estamos sujetos al deseo de otros de
forma coercitiva. No subyugamos ni queremos vivir subyugados.
Nos
educan para aprender a no pensar, nos inducen a corear una y otra vez
determinados patrones y a repetir información. Vivimos alejados de nuestro
propio pensamiento, creemos que vamos eligiendo lo que seremos, pero crecemos
repitiendo la información que nos dan los medios, los políticos, internet, etc.
Una
vida en democracia exige libertad de pensamiento, personas libres de ataduras y
obediencia a la figura paterna, capaces de pensar por sí mismas y decididas a
expresar sus opiniones e ideas sin temor a ningún tipo de represalia, censura o
sanción; y nos apremia a tratar al otro como persona inteligente y capacitada.
Ser
libre quiere decir ser responsable de nuestros actos. No se concibe que se
pueda ser verdaderamente humano sin ser libre. No podemos renunciar a nuestra
propia libertad/responsabilidad de realizarnos como personas. Es un derecho y
un ideal al que no podemos ni queremos renunciar. Ser libres es una llamada a
ser valientes para ser y expresar lo que somos, para percatarnos de nuestras
limitaciones y de nuestros errores, para darnos cuenta de que solo sabemos que
no sabemos nada.
La
libertad no se nos da de una vez para siempre. Tenemos que estar preparados
para conquistarla en nuestro quehacer diario.
La
libertad y la democracia conllevan el poder estar informado adecuadamente sin
que los medios de información restrinjan o manipulen los mensajes e incluso las
críticas, aunque pretendan hacerlo por nuestro bien o en beneficio de la
sociedad.
Un
filósofo busca debajo de lo obvio para descubrir y crear realidades nuevas. No
es un repetidor de fórmulas ni un expositor de doctrinas y pensamientos ajenos
de filósofos del pasado. No viven en nuestra sociedad y no pueden resolver
nuestros problemas, pero no solo no nos eximen de nuestro compromiso para
asumirlos, sino que nos apremian a hacernos cargo de ellos. ¿Por qué, en lugar
de repetir, no pensamos este tiempo que nos ha tocado vivir, nos contagiamos de
su coraje y asumimos los medios que aplicaron para resolver los asuntos de su
sociedad? No lo tuvieron fácil ni lo hicieron siempre con claridad y acierto;
tuvieron errores, construcciones y revisiones, avances y rectificaciones.
Filosofar,
amigos, es aceptar la invitación para adquirir un pensamiento autónomo, capaz
de una mayor comprensión del pasado y de generar un diálogo fecundo entre la
historia y los hechos que vivimos hoy. Nos da la capacidad para enfrentar
inteligentemente los problemas de la realidad que nos salen al encuentro y que
nos demandan posición, respuestas, compromiso, atrevimiento. Y sobre todo nos
deja pensando.
La
discusión es absolutamente necesaria. No se puede enseñar «la filosofía», sino
a filosofar. Filosofar es ejercitar la propia razón sobre los primeros
principios hasta las últimas razones de las cosas; y eso no es lo mismo que
repetir de memoria los razonamientos de los filósofos puestos en fila. Sin
discusión, sin debate en los textos, en los autores, en las clases, en los
exámenes, no hay filosofía.
SOMOS
ENANOS, PERO SUBIDOS A LOS HOMBROS DE GIGANTES para poder ver mucho más lejos.
Pensamos lo que nos han ofrecido quienes nos precedieron, nos alimentamos de su
pensamiento, aprendemos, queremos ser dignos de esos gigantes para no morir
como enanos, sabiendo que los gigantes, que hoy miramos con admiración, fueron
en su momento enanos atrevidos que vieron más lejos y pensaron el horizonte de
su propia historia desde otros hombros.
José
María Calvo Andrés
Doctor
y catedrático de filosofía.
Presidente
fundador del Ateneo Escurialense.
1 comentario:
La mente te puede gobernar para bien o para mal. Hay que saberla enfocar en positivo para no caer en gobiernos mentales dictatoriales. Los clásicos sabían bien lo que decían. Y profundizaban en lo que trataban de explicar.
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