domingo, 22 de mayo de 2011

Indignados

De un estado de derecho a un estado ético
José María Calvo
Parece que llega una nueva era. Ya era hora, démosle la bienvenida. La sociedad va generando sistemas de convivencia e incluso de gobierno en la medida en que va avanzando en su caminar histórico. No es el momento de analizar cada paso, porque todos los tenemos en nuestra mente.
Ha habido sangre sudor y lágrimas para ir consiguiendo modos de convivencia cada vez más humanos, más sociales, más libres, más democráticos, más respetuosos, más pacíficos. No podemos ni debemos volver atrás.


Felicito a los jóvenes que se han dado cuenta de que el botellón no era la solución, que solamente era algo que los adultos les permitían para tenerlos controlados y para que los propios adultos pudieran vivir “en paz”. Mientras los jóvenes beben o se drogan, los poderes continúan ejerciendo lo que siempre han ejercido: su dominio de las situaciones.
Esperemos que los jóvenes reflexionen y comiencen a darse cuenta de que existen otras formas de ser jóvenes y no rindiendo culto al consumismo y a encerrarse en su mundo para dejar libre el resto. Los jóvenes, si lo son, son siempre así. En otros tiempos reclamábamos una escoba para barrer las inmundicias que han sobrevivido a todos los intentos de limpieza. El ser humano es en tanto tiene conciencia de su ser.
El mundo está hecho por y para los adultos. Los niños no tienen voz ni voto, así como tampoco los adolescentes, pues no son “mayores” de edad. ¿Y los jóvenes? Desgraciadamente muchos saben que la juventud es una enfermedad que se pasa con los años. No quiero decir nada de las personas de la llamada tercera edad.
Me he dedicado a ayudar a que las personas aprendan a pensar por sí mismas tanto en mis clases como fuera de ellas, a vencer el papanatismo. A que los niños desde pequeños comiencen a pensar por sí mismos y a no dejarse adoctrinar por el adulto que sea, bien el padre, el maestro, el partido o… ¡Qué no sigan convocándoos los adultos! Tened voz y conciencia propias.
Los adultos no han podido aprender a dialogar y a pensar por sí mismos, porque no han tenido la oportunidad de practicarlo. Por lo tanto no os lo, pueden enseñar. No perdais vuestra oportunidad. Pensar es pensar de forma crítica.
Hoy quiero brindar con estas personas que se han dado cuenta de su situación de alienación y han salido a las calles o a las plazas a hacernos reflexionar, a denunciar el estado de injusticia, de hipocresía, de corrupción, en el que estamos malviviendo.
Lo importante es tomar conciencia, no seguir sin más los estímulos que nos llegan de fuera, pensar, ser persona y no masa.Ya es hora de que alguien se dé cuenta de que no vivimos en democracia, y por lo tanto tampoco en un estado de derecho, con el que mucha gente gusta de llenarse la boca para defender intereses de algún tipo.
No voy a enumerar los temas de la protesta con los que estoy en general de acuerdo. Queremos democracia real, aunque haya quienes manipulen y defiendan que la democracia no debe tener apellidos. Queremos que no haya políticos profesionales que vivan de la política. Queremos que el pueblo pase de ser masa a ser pueblo soberano y decida realmente y elija a quienes quiere que le gobiernen, pero no para siempre.
Hay quien defiende que se necesitan políticos de profesión, porque son los que saben de política. La experiencia, el abrir los ojos en derredor pone en evidencia la falsedad de esa tesis. ¿Cuántos asesores tiene cada político o cada miembro del gobierno?
No necesitamos políticos “profesionales”, ni que existan tantos políticos como hay en nuestro país. ¿Alguien los ha contado? Debemos reducirlos dos tercios en general, así como muchos de los organismos oficiales. ¡Qué decir de los coches y aviones oficiales!. Tampoco necesitamos que se den privilegios, privi - legio, leyes privadas para ellos solos. ¿Para qué necesitan ser o estar aforados? ¿A quién temen, de que quieren protegerse?
Es la hora en que de un estado de derecho, si es que existe o debe existir, pasemos a un estado de ética, a un estado de valores humanos, de valores sociales, de democracia, libertad, de responsabilidad, de felicidad.
Podemos ver que un estado de derecho puede ser dictatorial y antidemocrático. Se puede pasar de una dictadura personal a otra dictadura de los partidos. Los ciudadanos solo participan para votar después de que les han comido el coco y suelen votar sin pensar, convencidos de que los suyos, los suyos emocionalmente son los mejores.
Quiero recordar a dos pensadores, a Miguel de Montaigne y a Maria Zambrano.
"Pues si abrazan, después de considerarlas suficientes, las ideas de Jenofonte o de Platón, las ideas de ellos pasarán a ser suyas. Quien sigue a otro no sigue a nadie.(...) Las abejas sacan el jugo de diversas flores y luego elaboran la miel, su producto, y no tomillo ni mejorana".(Montaigne)
Os animo a no ser oveja, a no seguir a nadie, pues quien sigue a otro no sigue nada, a ser abejas que después de libar, de aprender de todas las plantas, son capaces de elaborar miel propia. Animémonos a ser abejas y a libar nuestra propia miel, nuestra propia vida.
Y María Zambrano rechaza la política de partidos porque "escinden al hombre en moral y político y esto no es posible. El, hombre es uno y cuando pone su vida en una tarea lo hace íntegramente". "Hay en la política de partidos una desconfianza y una falta de valor de entrega, que les hace a la hora presente estériles e ineficaces".
¿Y los otros poderes? ¿Qué decir de jueces y abogados? El presidente del Tribunal Constitucional pedía públicamente respeto el otro día. El respeto, señor presidente se gana, no se pide. Pasa lo mismo que con la autoridad de los profesores o de quienes desean tener autoridad sobre otros. La autoridad se trabaja y se gana, no se pide, ni se impone a la fuerza o por decreto.
Y los políticos, ¿qué autoridad representan ante sus electores? Viven años y años suspendidos en las calificaciones, pero todo da igual. ¿O no da igual?
Otro día se hablará del cuarto poder, de los medios, de los sindicatos, y de los poderes económicos que al final son los más responsables de la situación.
Un estado democrático se basa en el diálogo. El pueblo protagonista gobierna a través del diálogo. Este diálogo se puede establecer entre personas físicas y entre personas jurídicas del propio pueblo. Un ciudadano es ciudadano en tanto participa en el gobierno. Cuanto más participemos en el gobierno, en la vida de la sociedad, más ciudadanos seremos. Todos estamos llamados a gobernar de algún modo, a participar activamente.
El gobierno va de abajo arriba, del pueblo soberano a los políticos que están puestos por el pueblo para el servicio del pueblo, no de sí mismos y de sus amigos y familias.
El pueblo decide lo que necesita y lo propone al estado o al gobierno, que ejecuta lo que el pueblo ha decidido.
No son los políticos los que deciden lo que conviene al pueblo, sino al revés. No son necesarios los presupuestos hechos desde arriba sin conocer las necesidades de los de abajo.
No es necesaria una carrera política, unos políticos que van a hacer carrera a costa del pueblo y sin haber demostrado su valer. Estos políticos son nombrados por el pueblo por su valía para cumplir un servicio y cuando termina este servicio vuelven a sus puestos anteriores. Nadie es político por naturaleza y para siempre.
Los políticos no son los dueños de nada, sino los administradores que el pueblo ha decidido y del que están cobrando. No son los dueños de los ayuntamientos, o de las Casas de Cultura, por poner solo dos ejemplos. Son del pueblo, pertenecen al pueblo y deben estar al servicio del pueblo siempre que éste los demande o los necesite, y no cuando le venga bien al político de turno
El estado tiene que dar un paso más. Se pasó del abuso del poder a la sujeción a las leyes. Es necesario que de esta sujeción se pase a la sujeción a la propia conciencia, a que exista la ética tanto en la vida política como en la vida social, pero sobre todo en quienes son ejemplo del pueblo.
De esta manera habría menos corrupción. Sabemos que la corrupción en los políticos no es de ahora, que siempre, en todas las épocas, ha sido denunciada. Y no es toda la culpa de las personas que hacen política, sino del propio sistema que lleva a cualquiera a la corrupción.
La partitocracia manipula al pueblo. Los servidores del pueblo no tienen privilegios personales, si no son los que se deriven de su servicio al pueblo.
No necesitan tribunales especiales, ni foros clasistas. Tampoco deben separarse del pueblo con nombres especiales como “señorías”, ni refugiarse en lugares inaccesibles al pueblo que les vota y les da de comer.
El pueblo elige a sus gobernantes según su valer y honradez y no son necesarios las campañas de manipulación y adoctrinamiento. El pueblo decide el sueldo que deben cobrar y no ellos mismos.
Propongo que ningún concejal cobre más de 2000 euros mensuales; ningún alcalde o diputado más de 3000, y los ministros, etc. no más de 4.000 netos. Y que no tengan otras remuneraciones por otros lados.
Es hora de sacudir esta piel de toro para limpiarla de inmundicias, arrojemos al mar las corruptelas aún a riesgo de que perezcan los peces, que ya están pereciendo por otras causas. Han pasado muchos años pero hoy podemos tener una escoba y mucho que barrer. Barramos pues.

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