domingo, 8 de marzo de 2009

Filosofar en diálogo

Resumen del nuevo prólogo para el libro “Educación y filosofía en el aula”, en su segunda edición
“Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas del anhelo de la vida. Vienen a través de ti, pero no de ti y, aunque están contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues tienen los suyos propios. Puedes albergar sus cuerpos, pero no sus almas, pues sus almas habitan en la casa del mañana, que tú no puedes visitar, ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no intentes que sean como tú”. (Jail Gibrán).
Casi a diario nos hablan de fracaso escolar. Los medios de comunicación se hacen eco constantemente de la pésima situación (según alguna estadística) de nuestro sistema educativo. Ante esta situación, todas las miradas se dirigen una vez más hacia los estudiantes. Siempre encontramos unos culpables, que nunca somos nosotros. Los estudiantes tienen que estudiar más. No existe otro análisis ni otras causas o circunstancias del problema.
Y sin embargo la educación tiene como meta ofrecer a los estudiantes y a toda la sociedad razones para esperar. La educación como esperanza es la única que puede entusiasmar a los participantes en este maravilloso proceso.
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Finalmente añadiríamos que la educación para aprender habría quedado obsoleta y se necesita con urgencia una educación para pensar. Aprender a pensar por sí mismo se convierte así en el eje fundamental de este nuevo modelo de educación que pretende dar sentido al aprendizaje de los estudiantes y a la labor y realización profesional de los profesores. Aprender a pensar por sí mismo, alcanzar un aprendizaje significativo.
La capacidad de pensar nos libera del sometimiento servil al instinto, al apetito y a la rutina, al error, al fracaso.... (Lipman)
Desarrollar el pensamiento crítico y creativo. La educación en el pensamiento crítico es el único modelo de educación del que se puede decir en verdad que hace buenos ciudadanos, y una sociedad crítica. Los profesores y educadores en general también sentimos la necesidad de poder llegar a ese mismo objetivo.
El filósofo problematiza lo que otros dan por sentado. Para apropiarse de un problema filosófico no es importante con entenderlo, hace falta vivirlo, sentirlo en la piel, dramatizarlo, sufrirlo, padecerlo, sentirse amenazado por él. Lo aprovecharás en la medida en que seas capaz de disfrutarlo sin otras pretensiones culturalistas. Saber algo no consiste solamente en tener “informaciones”, sino también en haberse abierto a cierto tipo de experiencia, en haber aceptado dejarse afectar por alguna cosa desde dentro de ella misma, en una experiencia vivida.
Los libros a los que los estudiantes se acercan, deben ser atractivos para ellos, y sobre todo, deben ofrecerles respuestas vivas para sus vidas. Proponemos narraciones, novelas, en vez de los libros tradicionales, con material enlatado y disecado, que poco o nada dice a los estudiantes. Materiales vivos que les ayuden a construir sus vidas en comunidad y no a pensar en cómo pasar exámenes. Es admirable que nuestra sensibilidad para la narración proporcione el principal lazo entre nuestro sentido del yo y nuestro sentido de los otros en el mundo social que nos rodea.
Este libro enseña a aprender discutiendo, debatiendo, dialogando. Pensamos que los estudiantes tienen derecho a razonar y a investigar. Negar a un individuo el derecho a expresarse lleva aparejado negar a otros el que puedan aprender de lo que ese individuo podría haber expresado. Nuestro sistema educativo es demasiado pasivo. A los estudiantes se les pide que repitan en un papel de examen lo que les han enseñado. Falta participación, innovación, creatividad, autonomía.
En su lugar se quiere jóvenes adoctrinados, manipulados, sometidos al comportamiento y modo de consumir de la sociedad de los adultos. Se les da un cómodo nivel de vida, de manera que aman y odian lo que los otros aman y odian. Descansan, se divierten, todas sus necesidades se perpetúan según las directrices de... cualquiera menos las suyas propias. La autonomía es heteronomía.
En este ambiente tal vez tenga razón Dewey cuando escribe: La pereza es un invento moderno, es la respuesta que puede esperarse ante el trabajo convertido en algo aborrecible.
Es necesario que los esclavos aprendan, vean y piensen antes. En el grado en que los esclavos han sido precondicionados para existir como esclavos y estar contentos con su situación, su liberación parece venir necesariamente de afuera y desde arriba. Hay quien piensa que deben ser “obligados a ser libres”, a ver los objetos como son y algunas veces como deberían ser, se les debe enseñar el “buen camino” que están buscando. Nosotros pensamos que no existe un único buen camino; tal vez, ninguno sea el bueno, pero que se debe ir por la vida con la cabeza bien amueblada, tanto la inteligencia cognitiva como la emocional.
No decidamos siempre los adultos. Dejemos que los niños continúen preguntado, y no vean que todo es y debe ser “así”, que todo está ya dado, y que no existe otra opción que aceptarlo. No volvamos a caer en la dictadura educacional, o del derecho y de las leyes. Y sin embargo la satisfacción de aprender es lo más valioso del trabajo.

Presentación

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